Nuestra nación atraviesa por uno de los momentos
sociales, económicos y políticos más
difíciles de su
historia, y es
entonces cuando los que hacemos
vida en ella, debemos aportar más
que criticar, sumar
más que restar y trabajar con mucho ahínco más
que esperar que
las cosas cambien por “arte de magia”, porque de lo
contrario, entraremos en una peligrosa fase de destrucción nacional.
Serias son las
consecuencias que han
dejado en esta
sociedad la falta de una práctica efectiva de valores y
en especial la del compromiso, honestidad,
decencia y moralidad dentro de
un contexto educativo que, fomentado desde los hogares y reforzados
en la escuela, hayan dejado en nuestra nación,
en décadas recientes un
número importante de
verdaderos ciudadanos que
con responsabilidad y sentido
de pertenencia, hayan
proyectado e implementado
desde su quehacer diario,
la construcción de
una manera de
vivir apegada a
los rectores de
la personalidad como son los valores y estableciéndolos como principios
de vida.
En este sentido, se hace urgente examinar, si queremos
corregir para avanzar, las formas de
vida que de
alguna manera fueron establecidas
en esos núcleos sociales y
que no dieron los
resultados esperados de la
misión cumplida por
los padres de
esos que hoy
de alguna manera
dieron la espalda con su mal comportamiento al avance y
desarrollo al que todos tuvieron derecho y que sufren las consecuencias de los
hasta desde el poder, destruyen lo que
es de todos.
M.Sc. José Eduardo Orozco
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