La educación, más que una ciencia es un arte.
Por ello, cuando un niño llega a ser un hombre íntegro, además de representar el producto de sus condiciones innatas, se convierte en un cuadro vivo que siempre reflejará las pinceladas que sus padres y maestros plasmaron con amor, en el lienzo de su alma.
Lamentablemente, cuando el lienzo es una obra sin valor, el fracaso será compartido con quienes -aun por omisión- actuaron con negligencia al ejecutar sus pinceladas.
Es una gran responsabilidad ser maestro. Somos alfareros de vidas.
Saludos, a todos los seguidores del programa “De educación y algo más”
Renán Acosta
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